Las fases de mis viajes a Japón
He visitado el país cinco veces y en cada uno de los viajes he vivido situaciones muy distintas
Cuando viajé a Japón la primera vez (en el 2015) todo lo que viví fue como un sueño: me pagaron todo porque venía como guía de turista1; visité lugares turísticos y casi no había gente; la comida se me hizo deliciosa y los precios no tan desorbitados. Estuve una semana, pero ahora que es mi quinta ves, mi percepción ha cambiado muchísimo y es que, con el paso de los años, además de haber aprendido más sobre el país, mis metas y motivos de visita han sido distintos.
En la pandemia veía mucho un canal de YouTube de un maestro de japonés que se llama Kira sensei y en sus videos, junto con su compañero Fase Dos, desmentían mitos de Japón y decían algunas verdades del país para dejar de romantizarlo. Me encanta ese tipo de contenido, en el que hablan de lo incómodo de los países, en especial de uno que amo tanto porque, para estudiarlo y aceptarlo, hay que conocerlo a profundidad.
Ellos mencionan que existen tres fases del amante de Japón:
Fase uno: el fan. La persona que llega a Japón y ve todo con ojos de ilusión, magia y belleza. Así fueron mis primeros dos viajes. Para mí todo era maravilloso y místico. Lo miraba todo con ojos brillantes y el país no tenía nada negativo, sino que era el lugar soñado. El lugar en el que yo deseaba y necesitaba estar. No tiene nada de malo pensar así, muchos llegamos al país de esta forma, y cuando te vas de él todo es gris y oscuro. La realidad pega fuerte, la depresión post viaje, todo lo que no encuentras en tu país y que en Japón lo tenías a la mano, ya sea material o espiritual. Po mucho tiempo yo me quedé en la fase uno, glorificando al país y extrañándolo en cada momento.
Fase dos: el de enfrentarse a la realidad. Es una fase en la que estudias al país y comprendes desde dentro la sociedad, la cultura y la historia. Es cuando vienen los choques culturales, la molestia, la incomodidad, pero al mismo tiempo, comprendiendo y aceptando (o tolerando) las diferencias y similitudes con el país de nacimiento. Desde mi tercer viaje en el 2018 y que pude vivir más de un mes en Japón, algo en mi modo de existir dentro del país cambió. Fue cuando decidí estudiar más a fondo, en especial la literatura y el camino del té. Gracias a esto comprendí mucho de lo que no entendía y de lo que viví en mis primeros viajes, pero que no comprendí del todo. He completado tantos estudios en literatura y sociedad; en filosofía, estética e historia y, por supuesto, en el idioma y en el té japonés que mi panorama se abrió de una manera descomunal, tanto de lo que amo del país, como de lo que no. En esta fase (donde el compañero de Kira sensei vivía eternamente) se vive una relación de amor-odio con el país, se visualiza lo bueno, pero también es bajar a Japón del pedestal y desmenuzarlo al completo, con sus ventajas y maravillas, pero más sobre lo que incomoda, lo que molesta, lo que puede llegar a ser abrumador. Y, aún así, continuar buscando, estudiando y acoplándose a esa nueva cultura. No es nada, pero nada fácil, pero, en mi caso, siempre hay algo que me dice que siga, que lo intente a pesar de que existan situaciones o acciones que me molesten sobremanera, pero que se estabiliza con algunas otras que me generan paz.
Fase tres: la aceptación. Creo que es la fase más complicada: el aceptar al país con sus fortalezas y debilidades, como en todos los países, vivir y amar el país, aunque existan situaciones o aspectos socio-culturales con los que no estés de acuerdo. Esto no quita que no se pueda regresar a la Fase dos, creo que como persona extranjera es inevitable, el choque cultural siempre existirá, pero con la conciencia de que eso se puede tolerar, y si no, entonces alejarse de eso lo más que se pueda. A veces siento que yo me muevo entre esta fase y la segunda y es que, en este quinto viaje, he vivido demasiadas dificultades como la cantidad de gente, la gentrificación, la vivienda y los precios ridículamente altos que hasta a los mismos japoneses les afecta. Este quinto viaje ha sido el más difícil de todos. He llorado, me he enfermado y a veces me he rendido, pero aquí sigo, intentándolo porque uno de mis más grandes sueños es seguir aprendiendo sobre literatura y té japonés para así difundirlo, para así compartir mis conocimientos desde lo más profundo.
Mi meta en este quinto viaje es estar seis meses, trabajando en el té2, trabajando en la literatura3 y en mi camino como escritora, pero ha sido muy, muy difícil. Y cuando me pongo a sobre pensar y estoy por tirar la toalla, recuerdo que en mi país también lo ha sido. Dedicarse al arte es muy complicado, a veces siento que lo que hago no vale la pena, que a nadie le importa, que le hablo o le escribo al aire, y a veces me pregunto por qué lo sigo intentando, que sería mejor regresar a un trabajo de oficina y ya, pero cuando pienso en que dejaría mi arte atrás o que abandonaría las metas en las que trabajo a diario, me pone muy triste.
Y por eso es que saco fuerzas de no sé dónde (siempre sirven dos matchas bien cargados, sin nada de leche y azúcar, por favor) para sentir que puedo con todo.
Y tal vez lo logre, no lo sé. Mientras sigo aquí en Japón intentándolo.
¿Ustedes qué piensan?
Saludos desde Kioto.
Cuatro de cinco viajes he venido de esta forma, como guía de amigos o familiares. Guía cultural, slow travel y de té o arte. Es algo que sigo haciendo, después haré una entrada sobre este servicio, pero si deseas saber más, escríbeme. Ahora que estoy en Japón podemos aprovechar para que te lleve y te explique sobre lugares culturales enfocados al té o la literatura (y también sitios turísticos, por qué no).
Tengo un Patreon dedicado al camino del té donde comparto cultura asiática y japonesa como filosofía, poesía o estética. Su nombre es Amritea House. Así también me encuentran en Instagram. amritea.house
Mi página de literatura japonesa donde difundo y he querido hacer masterclasses o pláticas para conocerla a profundidad, pero no he logrado hacerlo, por ahora. Me encuentran como tsundoku.literatura.japonesa